El 30 de noviembre se conmemora el Día Internacional de la lucha contra los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA). Desde el Colegio Profesional de Dietistas-Nutricionistas de Andalucía queremos visibilizar la importancia de la prevención y detección precoz, haciendo relevante la necesidad de un correcto abordaje por parte de un equipo multidisciplinar, donde la figura del dietista-nutricionista estaría presente.
QUÉ SON LOS TCA Y TIPOS
Los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA, en adelante) son alteraciones psicológicas que influyen en la conducta de ingesta de alimentos. Son identificados en personas que presentan patrones distorsionados en el acto de comer, en respuesta a un impulso psíquico. Están reconocidos y definidos en el Manual de Diagnóstico y Estadístico de las Enfermedades Mentales de la Asociación Americana de Psiquiatría (DSM-5) y en la Clasificación Internacional de Enfermedades de la Organización Mundial de la Salud (CIE-11).
Existen varios tipos de TCA, siendo los más comunes los descritos a continuación:
- Anorexia nerviosa. Se basa en la restricción de la ingesta energética que conduce a un peso corporal significativamente bajo en relación a las necesidades según el sexo, periodo de vida y salud física general. Quien la padece presenta un peso corporal anormalmente bajo, temor a aumentar de peso y percepción distorsionada del mismo.
- Bulimia nerviosa. Trastorno alimentario caracterizado por episodios de atracones que producen la ingesta de grandes cantidades de alimentos y falta de control sobre la situación. Posteriormente, se desarrollan comportamientos compensatorios inapropiados recurrentes para evitar el aumento de peso.
- Trastorno por atracones. Trastorno caracterizado por el consumo de cantidades extraordinariamente grandes de alimentos, asociado a comer mucho más rápido de lo normal, comer hasta sentirse desagradablemente lleno, comer cuando no se siente hambre físicamente, con el posterior sentimiento de disgusto con uno/a mismo/a.
- PICA. Consiste en ingerir, de manera persistente, sustancias no nutritivas y no alimentarias.
- Trastorno por rumiación. Se caracteriza por regurgitaciones repetidas de alimentos, repitiendo el proceso de llevar desde el estómago a la boca aquello que se ingiere.
- Trastorno por evitación/ restricción. Rechazo a los alimentos y variaciones en la conducta alimentaria normal. Puede darse por falta de interés aparente por comer, por características organolépticas de los alimentos y/o por preocupación de consecuencias repulsivas al comer, entre otros motivos.
A estos tipos de trastorno se unen otros patrones que se vienen detectando en los últimos años, con diagnóstico aún ausente en los manuales usados por profesionales sanitarios para el diagnóstico de trastornos mentales:
- Vigorexia. Conducta obsesiva por conseguir un cuerpo con un porcentaje alto de masa muscular. Englobado dentro de los trastornos dismórficos por alteración de la imagen corporal.
- Ortorexia. Conducta obsesiva por el consumo de comida saludable.
En la mayoría de los casos, cada persona que presenta trastorno aplica determinadas conductas, lo que induce que, en muchos casos, el diagnóstico no sea completamente claro y por tanto el/la paciente no se diagnostique de manera correcta. Por ello contamos con el diagnóstico de trastorno alimentario o de la ingestión de alimentos no especificado. En todos los casos, es importante individualizar el tratamiento y atender a las necesidades del paciente.
EL IMPACTO DE LOS TCA
El perfil de persona que desarrolla Trastorno de Conducta Alimentaria de manera más habitual se corresponde con una chica adolescente que practica deporte por categoría de peso y/o con grandes exigencias estéticas.
Según los datos de la Fundación Fita, 1 de cada 5 adolescentes presenta riesgo de desarrollar un Trastorno de la Conducta Alimentaria. Además, la prevalencia de la población universitaria con riesgo de desarrollar un trastorno alimentario es de 14,9% en hombres y 20,8% en mujeres. Este riesgo, cuando se materializa, representa una interrupción en el desarrollo vital y madurativo de adolescentes y jóvenes.
Las consecuencias de padecer un Trastorno de la Conducta Alimentaria van más allá de del peso corporal: reducción de la densidad mineral ósea (osteoporosis) dando lugar a huesos frágiles, pérdida de masa muscular, disminución de la frecuencia cardíaca y presión arterial, deshidratación severa, cabello y piel secas, crecimiento de lanugo como mecanismo para conservar la temperatura corporal, úlceras pépticas y pancreáticas, caries dentales, destrucción de dientes por ácidos del estómago en la cavidad oral, etc.
SEÑALES DE QUE ALGO NO VA BIEN
Estos trastornos mentales no se manifiestan de manera repentina ni aparecen sin dar aviso, sino que es un proceso de desarrollo paulatino donde intervienen diferentes factores. Su etiopatogenia es multifactorial, interviniendo componentes de tipo genético, psicológico, sociocultural, familiar y personal.
El entorno de la persona tiene un papel muy importante a la hora de detectar y brindar apoyo, por lo que son personas de especial importancia (en la mayoría de los casos, imprescindibles) para el correcto diagnóstico y buen abordaje de los TCA. A continuación, se detallan las señales de alerta que podemos detectar a corto plazo.
A nivel físico:
- Pérdida o aumento de peso de manera rápida.
- Delgadez, palidez corporal y debilidad física.
- Hacer ejercicio en exceso y mostrar nerviosismo si no se hace.
A nivel psicológico y social:
- Interés excesivo por la comida y cambios bruscos en la forma de alimentarse sin motivo aparente.
- Sentimiento de culpabilidad por haber comido.
- Enfado o cambios en la conversación cuando se habla de temas relacionados con la alimentación.
- Cambiar planes sociales relacionados con comida.
- Aislamiento de sus amigos o personas del entorno, mostrando irritabilidad o sensibilidad ante comentarios trascendentes.
- Miedo y rechazo exagerado respecto a delgadez y/o sobrepeso.
- Estado depresivo e irritable, con cambios de humor frecuentes.
A nivel fisiológico:
- Fatiga excesiva y/o falta de energía frecuente
- Falta de menstruación, en aquellas mujeres que ya la tenían (amenorrea) o bien retraso en la aparición de la primera regla (menarquia).
ABORDAJE DE LOS TCA
El tratamiento de los trastornos de conducta alimentaria debe realizarse de manera multi e interdisciplinar, en un sistema del cual formen parte psicólogos/as, dietistas-nutricionistas, médicos/as y otros profesionales sanitarios. El abordaje de los TCA debe basarse en:
- Conseguir un estado nutricional mínimo compatible con la salud física y psicológica. Tanto en bajopeso como en sobrepeso.
- Corregir alteraciones en la percepción de la imagen En trastornos relacionados con la obsesión por tener un cuerpo delgado y también en aquellos trastornos que implican ingerir alimentos sin control.
- Disminuir y/o suprimir el miedo al consumo de alimentos y al aumento de peso corporal. En caso de personas que no gestionan el impulso de comer de manera compulsiva, disminuir y/o suprimir la conducta.
- Corregir mitos y otras conductas instauradas que puedan ser inadecuadas.
Estos 4 objetivos deben formar parte de la terapia, debiéndose valorar el orden en el que se abarcan y las posibles interferencias que surjan durante el proceso. En muchos casos, los trastornos de los que hablamos pueden ser consecuencia de otros trastornos psicológicos previos y/o traumas que la persona padezca.
¿QUÉ PUEDO HACER COMO CIUDADANO/A?
Como familiar, pareja, amigo/a y ciudadano/a, hay muchas cosas que podemos hacer, y otras que podemos evitar, para apoyar y mejorar el estado de la persona que padece trastorno de la conducta alimentaria.
- Ser conscientes y realistas: los TCA son trastornos mentales graves, no manías ni caprichos temporales.
- Ofrecer ayuda personal y, además, hacerles ver que el primer paso es buscar ayuda de un profesional especialista en la materia. Mostrar apoyo, acompañar, respetar y no juzgar, pero mostrar una conducta neutral.
- Ser paciente y constante con el tratamiento, ya que en la mayoría de los casos es un proceso largo.
- No engañar ni manipular a la persona afectada, tratarle siempre desde la sinceridad.
- Escuchar a la persona y mostrarse comprensivo/a con la situación.
- Pedir ayuda y orientación a la persona sobre qué hacer para poder llevar a cabo un correcto abordaje.
- Ser un buen ejemplo de buena relación con la alimentación y de amor propio.